miércoles, 28 de abril de 2021

La paridera escondida

 

-No sé chica-. Dice Maribel a Verónica mientras caminan y continúa. - ¿Con cuántos hombres he jugado virtualmente? ¿diez, veinte? No lo sé, perdí la cuenta, pero no comprendo ¿por qué éste me descontrola?

Verónica se encoje de hombros y pierde la mirada en el paisaje, la voz de Maribel se hace cada vez más lejana mientras el olor de la tierra húmeda le trae la imagen de Mario y siente en su cintura sus manos fuertes. Respira hondo.

Maribel continúa hablando sin esperar respuesta. - Nunca he tenido muchas luces para estas cosas, me dejo llevar, es como si tuviera una malformación mental que me hace recoger migajas de cariño-

-No seas tan dura contigo-. Sentencia Verónica regresando de su recuerdo. Siguen caminando por el sendero rodeado de viñas y flores, envuelto por ese aroma a lluvia que hace que Verónica regrese a sus recuerdos en la paridera.


Aquel día llovía a cántaros y la pilló la lluvia en medio del campo refugiándose en una paridera medio abandonada, pero con techo. Estaba helada y mojada por la lluvia. En ese momento entró Mario.

  - ¿Qué haces aquí? - Preguntó él un tanto molesto.

   - Mirando el paisaje, no te jode-. Respondió ella de manera irónica. Mario agachó la cabeza “disculpa, es que se pinchó una rueda del tractor.

- Pos vaya-. Dijo ella, saca su móvil del bolsillo y se pone pálida “no puede ser”, mencionó “¡no tengo batería!”. Mario hizo una mueca y respondió: Pues el mío se me quedó en el tractor.

 

Maribel continúa con su narración ignorando el silencio de Verónica.- Me enamoré Vero, pero me he transformado en una psicópata, le escribo y le escribo hasta que me responde alguna cosa, y si me responde parece que me animo ya hasta le manda fotos. Se forma un nuevo silencio. Verónica comprende que debe responder ”Pues no le escribas”.

-Vale, pero dime cómo. Estoy obsesionada-. Declara desesperada Maribel.

- ¿Has pensado que es sólo que con lo de la pandemia estás muy sola?

Maribel la mira sorprendida. – Chica es lo que te he dicho, ¿No me estabas escuchando? -. Verónica sonríe disimuladamente “claro que te escucho, pero no sé, esto de las relaciones on line me parecen raras”.  La brisa trae otra vez el olor a tierra mojada y las palabras de Maribel vuelven a desaparecer con el sonido de las hojas.

 

   - Voy a hacer un poco de fuego para secarnos un poco-. Dice Mario mientras coge unos palos del rincón. Verónica le mira, siempre le ha mirado por el pueblo, sus espaldas anchas y sus manos fuertes siempre le han atraído, cuando Mario se saca la chaqueta y el jersey, se queda en camiseta; sin querer lo mira atenta, siguiendo cada uno de sus movimientos y contoneos.

Mario comienza a sentirse observado, disimuladamente mira el pelo húmedo de Verónica, esa mujer que ve barriendo la acera cada vez que sale por la mañana, sabe que es la mujer de Manu” pero nunca ha conversado con ella, pero cuando se encuentra con ella por el camino le llama la atención esa mirada combinada de nostalgia y picardía. Continúa encendiendo la hoguera mientras la lluvia sin tregua. El hombre se voltea sobresaltando a Verónica que creyó había sido sorprendida. “Quítate esa chaqueta, que te enfriaras” le dice y ella se la quita obediente.

De pronto la cabeza de Verónica vuelva al sendero y su paseo con Maribel, ella también está en silencio, sólo se oyen sus pasos. El gesto triste de su amiga la conmueve - ¿Pero tanto te preocupa lo que te escriba un desconocido? – Espeta Verónica. Maribel la mira sonrojada.

-          Chica, no lo entiendes, para mí no es un desconocido, es todo, es quien me envía canciones, el que me habla del mar y de un futuro… salir de esta locura de pandemia, ver el mar, respirar, no tener miedo.

-El miedo es anterior a la pandemia-. Aclara Verónica.

-Ya, pero ahora hay miedo hasta de ir a tomar café, de conversar con amigos…-

- ¿de conocer gente? -. Pregunta Verónica un tanto irónica, Maribel vuelve a sonrojarse. Pero algo distrae a Verónica, el crujido de las hojas le recuerdan al sonido del fuego.

 

El fuego  no tardó en calentar la paridera, los dos estaban en camiseta y fuera comenzó a tronar. Mario fruncía el ceño cada vez que miraba a “la mujer de Manu”, gesto que ella entendía como reprobación he intentaba cubrir su cuerpo con las manos. 

-          ¿Qué haces tan lejos del pueblo? - Se atrevió a preguntar Mario

-          Bueno, caminar, me gusta caminar.

-          Te peleaste con Manuel.

Silencio. Verónica se acercó al fuego y Manuel pudo sentir su aroma y el roce de su pelo. Sintió una corriente por su espalda y se alejó de un brinco.

-          ¿Qué te pasa? Dijo la mujer, sin darse cuenta. “Nada” respondió él. Pero ese “nada” también lo sintió Verónica al acercarse al fuego. “Es mi imaginación”, pensó.

 

En sosiego llegaron a una cuesta que comenzaron a subir lentamente. -Estoy loca, ¿verdad? -. Rompió el silencio Maribel. Verónica se detuvo un momento y contempló las vistas, el campo verde, las viñas, las amapolas que bendecían el camino; luego miró a su amiga que esperaba verónica, “buscar el amor no puede ser una locura, locura es resignarse a estar con alguien por costumbre, aunque no te haga ni caso”.

impaciente una respuesta, “No, no estás loca”, sentencio Maribel miró a la mujer sorprendida, se dio cuenta que llevaba el pelo trenzado y en ese momento le pareció más pequeña que nunca.

-          ¿Sigues con problemas con Manuel? Preguntó en voz baja Maribel a su amiga que seguía mirando el paisaje.

-          ¿Qué son “problemas”, Bel? - Respondió Verónica de manera distraída y continúo .- Ya no sé lo que es estar bien, simplemente me ignora y yo le ignoro … no te preocupes, estoy bien.

Maribel comenzó a confesarse con Vero: Verito, si busco estos líos es porque busco a alguien que  me llame  “princesa”, que me pregunte como estoy, que me haga sentir especial. Roberto me hace sentir una mierda cada día.

Verónica asintió en silencio y pensó “yo sentí en la paridera”.

 

El olor del humo y fuego envolvió la atmósfera. Mario colocó las ropas mojadas en un tronco cercano y se sentó junto a Verónica. Ante su roce, la piel de la mujer se erizó como hace años no sentía “¿Qué me pasa?” pensó y se alejó de manera instintiva, como quien se leja del fuego. Mario la miró cambiando la mirada.

Ella en impulso tomó su mano, en silencio, él pensó en moverla, pero también sintió esa corriente, un pequeño placer al sentir esa piel suave y sin reflexión de por medio, comenzó a acariciar esa mano con los dedos.

-          ¿Tienes frío? - Le preguntó a ella, sin esperar respuesta la rodeó con sus brazos.

 

Hoy me llamó subnormal. Interrumpió Maribel los pensamientos de Verónica y continuó: Dice que estoy como una cabra y me comporto como una cría. Por las mejillas de Maribel comenzaron a rodar lágrimas que secó con su mano.

Verónica se acercó y acarició su cabeza. – No amiga, no eres subnormal, ni loca y créeme que eres una mejer adulta… sólo que como todos esperamos cariño, afecto…-. Maribel reinició la marcha en silencio, las lágrimas seguían cayendo.

En la paridera Mario enredaba sus dedos en los cabellos de Verónica casi sin darse cuenta. Verónica temblaba del placer de la anticipación ¿Pero anticipación de qué? Rendida a sus sensaciones reposó su cabeza en el hombro de Mario. El hombre sintió el peso de la cabeza de la mujer, el olor a humo, el calor del fuego… el calor, un calor que iniciaba su recorrido por la espalda.

Para Verónica la ternura que le transmitía ese hombre, era la ternura que había desaparecido de su vida hace años y no sólo la ternura. El calor comenzó recorrer su cuerpo como el humo en la pequeña estancia. La lluvia, la tormenta simulaba un mundo paralelo que la aljaba de la realidad que la esperaba en casa. Y en ese mondo paralelo estaba recostada en el hombro de aquel hombre de hombros fuertes y manos firmes que la sujetaban, fue entonces como llegó el instinto y con él el primer beso.

Mario se apartó sorprendido y espantado, era ella, “la mujer de Manuel”, la que veía a diario limpiando el portal de su casa. Verónica se levantó abochornada por ese rechazo tan rotundo “Qué me pasa”, pensó ella y se quedó en un rincón temblando, no de frío, pero sí de pavura.

El sendero se transformó en un amplio campo de flores, cuyo aroma trajo a las dos mujeres a de vuelta a su caminata. El cielo brillaba azul y el sonido del viento se llevaban sus voces que hablaban de cocina y fregados de pueblo.

De pronto el teléfono de Maribel, da un pitido, el rostro de la mujer se ilumina “Es un mensaje de Diego”, le dice a su amiga. Encandilada por el aparato se detiene a responder en voz alta, Verónica no quiere oír la conversación y se aleja, en el horizonte se ve un pequeño bosque y dentro de ese bosque ella sabe está la paridera.

El hombre se quedó junto al fuego con semblante agrio moviendo los leños que se quemaban lentamente. Intuía la silueta de la mujer en un rincón y persivía en su cuerpo como aumentaba su excitación, las ganas de besarla, de abrazarla y más. De pronto se levantó rápidamente y quedó medio en frente de ella; Verónica no sabía que esperar ¿La reñiría? Pero no fue así. El la besó con premura, ella se dejó llevar como una hoja por el viento.

        -     Lo que hacemos está mal-. Sentenció Mario

        -      Lo es-. Dijo Verónica, pero volvió a besarlo mientras se quitaba la camiseta. Él se alejó un poco y la observó aumentando su deseo, él respondió también quitándose la camiseta quedando ambos con el torso desnudo. Y así volvieron a abrazarse y siguieron besándose. Ella llegó a su cuello, el aroma de su piel hizo que sus pechos se erizaran como no recordaba podían hacerlo, aunque sentía el frío de la pared de esa paridera.

En un impulso cautivo, Mario poso las chaquetas y jerséis que se secaban en el suelo a modo de cama, se arrodillo frente a >Verónica y desabotonó su pantalón lentamente, sin dejar de mirarla a la cara. Verónica veía en los ojos de aquel hombre un nuevo brillo, desconocida hasta entonces.

Los dos desnudos se besaban y acariciaban rincones innombrables, hasta que Verónica, decidida se posó sobre él como un ave en su nido. Mario se resistió levemente, pero se rindió al sentir como poco a poco entraba en su cuerpo… comenzó entonces un ritual de amor y gemidos. Verónica sentía en su espalda una corriente de placer incontrolable en cada galope.

-¡¡¡Es idiota!!!-. Gritó Maribel y Verónica volvió de su ensoñación aún excitada, vió como Maribel lloraba desconsolada, Verónica se acercó y la abrazó sin entender la razón de sus lágrimas.

- Diego dice que no puede seguir hablar conmigo, porque ha conocido a alguien, ya no puedo ni siquiera tener fantasías, mi vida es una mierda Vero, mi marido pasa de mi y si no me ignora es para insultarme, joder, que se pasa todo el día tumbado en el sofá y se queja porque la casa está sucia, ¡Pero si no llego a todo! Al encontrar estos “amigos virtuales” ellos me tratan bien… -.

Verónica interrumpió el soliloquio - Bueno, no tan bien, ahora estás llorando, hace un rato te quejabas de que uno no te escribe…-.

- Pero hablan conmigo, me dan una ilusión, una razón para sonreir-. Respondió Maribel abochornada.

-Maribel, piensa en otras cosas para sonreír y si tu marido te trata mal, déjalo, búscate a uno que te quiera de verdad, que eres cariñosa, creativa, aun eres joven y él también -. Terminó de declamar Verónica mirando al suelo.

- ¿Mario joven? - Preguntó Maribel, Verónica miró en dirección al bosque.

 

Mario y Verónica disfrutaban de sus cuerpos, cada gemido era una plegaria para que no terminara nunca ese momento mágico, pero llegó el éxtasis en un grito que que declaró el placer que recorría cada vertebra de la espalda. Luego Verónica cayó tumbada junto a Mario que la abrazo tiernamente y la besó en la frente.

-          Ha parado de llover-. Afirmó Verónica oyendo el silencio.

-      No, aún no para -. Respondió de manera pícara Mario y se giró para besarla. Pero de repente se escuchó un coche acercarse. Ambos saltaron bruscamente, Verónica aún sintiendo el orgasmo girando por su cuerpo escondía su sujetador y sus bragas en el bolso colocándose el resto de la ropa, al subir la mirada Mario ya estaba vestido y en la entrada de la paridera.

Verónica escuchó claramente la voz de Manuel desde el coche preguntándole a Mario qué hacía ahí. Mario le explicó el problema con el tractor y la lluvia y el fuego. Al menos eso alcanzó a escuchar la mujer, mientras se desmarañaba el pelo con los dedos. Entonces Mario se fue, se fue como la lluvia, dejándola con su olor por su cuerpo.

-          ¿Nos volvemos ya? -. Pregunta Maribel parando la marcha. 

-          Si, volvamos-. 

Bajando por la cuesta se cruzaron con un tractor, dentro está Mario que las saluda con un gesto.

-          ¿Sabes que la semana pasada el idiota este pinchó una rueda del tractor?... que la gracia ha salido unas buenas “perras”. Exclama con cabreo Maribel.

-           Si, si…algo me contó Manuel-. Responde con melancolía su amiga, mirando hacia la espalda de su amante.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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jueves, 22 de abril de 2021

El Mapa de mis Besos.

Con la edad, no ha cambiado mi locura de amar, amo de forma estridente y continua. Ya sea mi amor por mis hijos, mis padres, mis hermanos, mis amigas y amigos… sí, también mi amor por un hombre, porque dejé de amar a dragones o magos desde hace años, sobre todo por su capacidad de desaparecer.

Lo que sí ha cambiado es la forma de llegar a él, hoy es a forma de tesoro, ya no me enamoro tan fácilmente como antes, ni siquiera yo sé el camino que lleva a mis besos y de pronto me sorprendo cuando alguien encuentra esa verede.




Fue hace poco que un hombre encontró ese sendero, nunca lo vi en persona, nunca nos tocamos, sólo hablamos. Cómo cuando me enamoré de aquel que escribía cuentos a medias conmigo.

Hablamos al sol, entre risas y ensueños que entibiaban mi corazón y sentía esa dulzura olvidada. De pronto él encontró el camino, habló de ese “ser” que me da vida y extraño tanto, el mar. Soñamos con vernos, escapar de las montañas y reunirnos en el mar, por un instante sentí las olas en mi cuerpo, ese olor marino indiscutible. Así él encontró el camino a mis besos.

Y pasó lo que siempre pasa, desapareció. Descubrí tarde que era un hado de los antiguos y conocía mi secreto; me quitó la armadura y reapareció el esplendor de mi magia y me volví tan vulnerable como desquiciada. Extrañé durante días la voz que oí durante unos minutos. Intenté invocarlo mil veces y no regresó. Robó mi luz escondida y desapareció asustado por mi brillo, por la enormidad de mi deseo.

Al descubrir esa senda  lo he borrado, no quiero que me vuelva a desnudar, el mar es uno de mis puntos débiles. Algún día mostraré el mapa de mis besos a quien quiera usarlo para ser feliz y no le tema a mi enormidad, porque soy enorme, de cuerpo y de luz.





miércoles, 21 de abril de 2021

Rutina


Buenos días, llamamos de Control de Población, preguntamos por el titular del documento de identidad 13268713-7 ¿Es usted el señor Oliverio Constantino?

         El motivo de nuestra llamada es informarle que ha sido seleccionado por este departamento para elegir la forma y lugar donde morir, así como sus acompañantes.

Dígame, ¿Cómo le gustaría morir?, claro sin dolor, ¿durmiendo o fugazmente?, fugazmente... ¿durmiendo?, significa que se va durmiendo poco a poco, se es más consciente de lo que está pasando...nooo, claro que no duele, nuestros compañeros son expertos. Bueno, señor Constantino es usted inmigrante ¿verdad?, y ¿Dónde le gustaría morir? Porque este departamento facilita el traslado a su país de origen si lo prefiere...claro, es que con tantos años aquí...siii, a la orilla del mar no hay problema ¿alguna playa en particular?, de acuerdo señor Constantín, puede llevar hasta cinco acompañantes, eso si todos deben ser mayores de edad y firmar un documento donde señaliza que son conscientes de su decisión y la respetan.

         Como le decía el departamento le ha seleccionado para escoger el cómo y el dónde morir, pero este departamento se reserva el cuándo, esto es 48 horas después de esta llamada, puede escoger el ocaso, el amanecer, pero como máximo 48 horas. Es una decisión complicada, pero piense usted que de todas formas morirá y es mejor morir así que por un cáncer o quien sabe qué...si, la familia, pero de ellos precisamente se hará cargo el gobierno, no sólo les dará indemnizaciones y becas para sus descendientes hasta 3ª generación, además se les concede la nacionalidad automática, así como los permisos de trabajo. ¿no está casado?, no importa deja usted por escrito quienes quiere usted que sean sus beneficiarios. ¿qué le parece la oferta del departamento? ¿Y que necesita pensar?, claro que no es necesario contestar inmediatamente, pero puede perder esta oferta.

    Nada, solo tomar nota de su pedido y luego una grabación en donde se indica todo lo que le he ofertado.

   Entonces, quiere morir en la playa de Isla Negra durmiéndose, ¿verdad? ...si, le entiendo, pero si quiere poemas y música lo deberán llevar los acompañantes, de acuerdo, a que hora le parece mejor, ¿a las 18 horas?, hoy es 3 de septiembre, lo podemos aplazar al 5, si, mejor porque es viernes. ¿Cuantos acompañantes?, ¿los tres son mayor de edad?... la cremación será esa misma noche. Tiene 24 horas. para suspenderlo, llamándonos al 25280, desde cualquier teléfono, las 24 horas. Un momento que el sistema esta un poco lento, un momento que lo mantengo a la espera.

 

-¿Señor Constantín? Ya está listo su pedido, ahora solo nos queda la grabación, ¿está listo?

 

 


 

                                             Comenzamos con el texto.


 

¿Es usted don Oliverio Constantín documento de identidad 13268713-B, ¿mayor de edad?

 

Siguiendo sus indicaciones el Departamento de Control de Población procede a tramitar la solicitud de eutanasia voluntaria, tramite comenzado hoy día 03 de septiembre del 2021.

 

Con el objetivo de asegurar que su decisión es definitiva, el Departamento de Control de Población, le enviara un psicólogo y trabajador social en un plazo de 12 horas para que pueda firmar los papeles correspondientes.

Con motivo de su solicitud procedemos la gestión de eutanasia voluntaria controlada a las 18 horas. de la tarde del 5 de septiembre con la modalidad de dormir, con la presencia de cinco acompañantes, en la playa de isla negra, o de características similares.

 

Le recordamos que en un plazo aproximado de tres horas le enviaremos un mensaje donde nos debe responder el nombre de los acompañantes.

Igualmente le recordamos que dispone de un plazo de 24 horas para desistir de esta gestión para lo cual puede comunicarse con nosotros de manera gratuita al 25380 desde cualquier teléfono.

 

A si mismo le informamos que sus familiares o quien escoja como beneficiarios desde este momento pueden realizar las gestiones para solicitar los beneficios sociales anteriormente detallados. Serán dados de alta automáticamente en cuanto la gestión sea ejecutada.

 

         Señor Oliverio, permítame como conclusión y resultado de todo lo anterior que finalmente le pregunte ¿acepta usted las condiciones detallas anteriormente y de esa forma solicita al DCP que realice las gestiones para tramitar su solicitud de eutanasia voluntaria?

 

Pues en ese caso no me queda más que agradecerle el atender nuestra llamada y le recuerdo que para cualquier consulta puede llamarnos al 25380. Gracias y buenos días.

 



Laura se quita los cascos, mira a su alrededor, la plataforma de teleoperadores está iluminada de forma fría y están ordenados en líneas como vacas que se ordeñan, en su caso, ordeñan palabras. Laura respira  hondo y se estira en la silla azul cuyo respaldo está exageradamente inclinado hacia atrás, intenta arreglarlo y no puede, acerca los ojos al teléfono donde marca la hora y sonríe, mira a Andrea sentada justo en el habitáculo junto a ella que codifica la llamada como CNA (CLIENTE NO ACEPTA LLAMADA),

 

-Ya le llamaran en unos meses, si no se jode-. Comenta Andrea hablando sola.

 

-Oye-, interrumpe Laura. -ya son las 10, ¿nos tomamos un cafetito y te cuento lo de anoche? - Andrea mueve la cabeza y se quita los auriculares ambas se “deslogan” apretando unos botones en el teléfono que marca la hora, suena un timbre y se iluminan ambas pantallas, las mujeres se levantan camino fuera de la sala.

 

Se encuentran con una joven que lleva una carpeta, ésta les pregunta” ¿gestión positiva?” Laura dice,” si, una para el viernes, para variar Isla negra, está en mi mesa...nos vamos al café ¿te vienes?” La joven de la carpeta responde casi distraída” Pfff, lamento decírtelo, pero no hay café” sigue su camino mientras continúa preguntando a otras personas con las que se cruza “¿Gestión Positiva?” .-Hay que joderse-. Continúa Laura mientras caminan, -todo el día hablando lo mismo, aguantando mierda y nos tienen sin café-. Andrea mira a Laura. -Bueno deja eso-. interrumpe, -¿Fuiste al cine?-. Laura responde molesta, “si, estaba bien la peli...pero eso de los muertos lo llevo fatal”.

 

viernes, 12 de febrero de 2016

Encuentro

Llegaste
sin saberlo,
simple y complejo
directo y con alas enormes
Un ángel maldito,
Un dragón perdido,
Con dulzura y dureza
cogiste mi mano
nada me prohibiste.
     Nada; sólo caer.
Llegaste,
sólo por un momento,
por un instante…
pero aquí estás
no me dejas caer,
mientras creas tu nido,
Nuestro nido.

Porque el momento
se transforma en años
y en futuro
y en pasado
y agradezco cada día
que tú y yo,








 

creamos nuevas alas,
        alas unidas por viñedos y   

                                                                                 dulce cierzo.


sábado, 6 de junio de 2015

CARTA ENTRE HADAS

Querida Hada Kementari:



¿Cómo Estás? ¿Aún resistes en el mundo de los humanos? Por la Escuela Filodendro tu historia es casi un mito “EL HADA QUE DEJÓ LA MAGIA POR AMOR A UN HUMANO” y después fue traicionada. Pasé por Aladrén hace muy poco, pero no te vi, tampoco vi a tu Dragón ¿Dónde Vives Ahora? Por aquí todo sigue igual, el Gnomo Andrés nos enseña las reglas de la magia y el Dragón Galo nos protege. 
Aquí siempre hay luz Kementari, no comprendo porqué no vuelves, sé que sufres y no podemos aplacar ese sufrimiento que poco a poco se transforma en ira...y eso nos asusta a todos, eres un Hada de las Artes...

Querida  Hada Clara:

Sé que sigues contando dulces historias del mundo de los sueños y la magia. Ese mundo que yo dejé hace tanto tiempo. No me ha ido tan mal. He podido defenderme y ya no he vuelto a llorar. ¿Qué porqué no vuelvo? mis crías,Ayalén y Antú; Son mi fuerza vital, sé que son medio humanos y por eso mismo no puedo meterlos a nuestro mundo y todos lo sabemos, así que no sé qué pasará más adelante, lo importante es ahora.  Pero te alegrará saber que, hoy mismo,   su bondad es tangible, seguimos viviendo con nuestra perra y nuestras dos gatas. El Dragón voló, ya sabemos cómo son los dragones, no pueden contra su naturaleza de fuego y hielo, los dragones nunca tienen dueño.  Sin embargo nos visita y a veces percibo su vuelo cerca.

¿Cómo está Aladrén? Bueno, los Aladreneros eligieron a esa bruja que tanto daño me hizo como señora del pueblo, por lo que he tenido que irme. No te extrañe Hada Clara, los humanos son muy volubles y de memoria muy borrosa, seguro ya han olvidado todo lo que ha hecho.  Mi príncipe es muy feliz con su princesa…me alegro mucho por ellos. Simplemente no debí dejar los bosques, mi cordillera, mis alas, la cruz del sur. Pero todo acto tiene consecuencia y éstas son las mías, aprender a vivir entre humanos y desechos de magia.

Al cambiarme de Pueblo al moverme he tenido alguno que otro problema y es que las hadas tendemos a esa manía de creer en lo bueno de la gente…en lo bueno… y de pronto descubres a un horco que quiere la fuerza vital de tus hijos o la poca magia que te queda y ese día hada… es cuando lo haces. Escondes tus alas en una armadura y te pones a cortar cabezasTienes que recordar Hada Clara que en el mundo humano hay mucho desterrado del mundo mágico, ellos normalmente se hacen con el poder…por eso, querida amiga ahora me encuentras con dos caras…pero sabes, en el fondo soy un hada a la que su armadura le queda un poco grande.


Si, no has leído mal, NO SOY UNA SIMPLE HADA QUE POR UN ATAQUE DE IMBECILIDAD DEJÓ SU MUNDO. Ahora soy una Guerrera que defiende su fuerza vital, sus crías y a veces, cuando recibo tus cartas recuerdo que soy Kementari, el Hada de Alas Rotas. Solo que ya no espero que nadie me abra camino…en el mundo humano estoy sola. Pero no te pongas triste, en el mundo humano también hay gente buena, dulce, generosa, gente que valora la vida, gente que sonríe. Después de un tiempo, aprendes a disfrutar de esa sonrisa sincera al cruzar un parque...no todo es fuego y muerte. Pero es necesario tener la armadura y la espada lista.

Un fuerte abrazo hadita, espero leerte pronto, saludos al maestro Andrés y dile a la profesora Adriana que extraño sus comidas.
Kementari

viernes, 3 de abril de 2015

Después del latigo, la soledad, el miedo y luego Mi resurrección

Abrí el cajón con violencia y este cayó al suelo. La habitación era un revoltijo creado por el huracán de despecho que dominaba mis manos. Ya no tenía más que arrojar al suelo, llevaba horas llorando, horas después de que esa puerta se cerró y con ese gesto una parte de mi. Agotada, caí de rodillas junto al cajón y en  un nuevo intento de furia comencé a volcar una a una las prendas en el suelo, pero ya mi cuerpo no acompañaba…dolorida inicié un repaso de recuerdos evocados por esas prendas caídas al azar, un puto  azar de melancolía.


De pronto, toqué algo diferente. Lo levanté y me encontré con un collar de colores vivos, grande, brillante como eran antes mis sueños. Sonreí entre lágrimas, no lograba recordar ese collar, seguramente había sido un regalo de él, las lágrimas volvieron. La luz de la tarde interrumpió impertinente el  paso del tiempo y yo...yo seguía igual, entre arrepentida, culpable y temerosa…buscaba en esas telas algún aroma que le hiciera sentir la presencia de él…del amor perdido. Y es que seguir adelante sin él, sin el calor de sus manos acariciando mi cintura parecía imposible. Acariciaba los trapos del suelo, ya casi sin sentir las piernas de tanto estar en la misma posición, con la cadena del collar entre mis dedos. En un acto de masoquismo  tomé las cuentas del collar  y mi mente inició su particular rosario de recuerdos ¿Cuándo recibí ese collar? Lo miré fijamente, fue hace años, no…no fue un regalo…ese collar estaba escondidofue el último abalorio que compré sin su consentimiento, lo último que compré por impuso, antes usaba esas cosas, collares y pendientes grandes, bufandas de colores. Me limpié las lágrimas mientras seguía mirando las piedras de colores que parecían sonreír.   Como una ráfaga  vinieron a su mente las imágenes, los sonidos.

Esa tarde reñimos por enésima vez, a Él no le gustaba, me acusó de superficial  recriminándome buscar ese tipo de bisutería “¿No te das cuenta que ya no tienes edad para esas cosas? te sobran años y kilos sentenció cruelmente condenándome a recatados abalorios, que utilicé desde entonces para no disgustarlo.

Si, respiré hondo el recuerdo había traído otro sentimiento ¿hace cuanto no visto de colores?¿Cuándo dejé los tacones? Apreté el puño…miré a mi alrededor, todo revuelto. Al fin me moví y me di cuenta del tiempo que había cedido a esa angustia. El aire movía la cortina dejando entrar el naranjo pálido de la tarde, todo era de un tono sepia, tal como se había vuelto mi vida. Seguir sin él ¿Realmente era tan duro? ¿Hace cuanto no rozaba mi  cintura? Me puse frente al espejo, vi mi cara hinchada por el llanto, despeinada, envejecida por la tristeza.  NO. Dije en voz alta, me agaché y recogí un peine y cepillé mi pelo, lo dejé libre. Sonreí  y me coloqué el collar. Acto seguido cogí el móvil y ví las llamadas de mis amigas…era hora de salir de casa. Pero esa noche saldría sola a encontrarme con la ciudad y sus temores armada de tacones rojos y colores en su abrigo
 

Y es que viví mi propio “ Via Crucis” con cada estación. Los latigazos del desprecio, las caídas en que mi cruz se hizo más pesada…esa sensación de soledad infinita, abandonada por todos, esa puerta que al cerrarse se convirtió en la lanza mortal y por último…mi propia resurrección. Reencontrarme conmigo y mis formas, mis colores mis sonidos y asi, limpia de dolor reencontrarme con los que nunca me negaron y siempre supieron que volvería…nunca se apartará del todo esa cruz, siempre habrá miedos, desconfianzas y traiciones…pero aquel día la miré a la cara y se hizo tan pequeña que no pesa y me recuerda que  mis colores nunca me abandonaron, sólo esperaron.

viernes, 6 de febrero de 2015

Encuentros

El olor del incienso me lleva a recorrer esa habitación palmo a palmo, nada ha cambiado en 20 años, junto a tu ordenador esa foto, la mía, con los pechos descubiertos mirando un cielo inexistente...una foto-arte cursi, pero excusa perfecta para sentir sus manos acariciarme para el maquillaje obligatorio, aunque sonrío al recordar como torpemente maquillabas muslos, si estaba claro que  no debían aparecer en la imagen. Sí, recuerdo este secreto.


Nuestro secreto de años, nuestro  gran secreto, secreto aun para nosotras. Anoche soñé contigo , aquella vez que tomábamos una cerveza en una terraza, con nuestro respectivos hombres y yo rememorando tu tacto, tu aroma, mientras embetunabas mi cuello, mientras veía tus manos  acercase  a tu boca... y yo mordí mis uñas “acompáñame al baño” me dijiste y yo te seguí, sin mediar palabra, encerradas en un lavado cubierto de mierda y orines, te miré a los ojos, cogí tu cara y te bese en los labios…fui torpe al meter mi mano en tu escote tratando de sofocar mis ansias,que lógicamente  crecían y tú  saboreabas mi piel, divertida por mi brusquedad...el placer de desear, ese cosquilleo entre las piernas que controla los impulsos, los dedos, labios, ojos...hasta que alguien golpeó la puerta regresándonos de golpe a la realidad asqueada de un baño público...aún en ese momento, no hablamos, tal vez,  por temor a que el sonido de las palabras rompiera el hilo que nos unía a ese titiritero que  nos controlaba.

 Esa noche mi novio estaba feliz por mi inesperada fogosidad, sin imaginar que cuando colocaba sus manos en el cabecero, sometiéndolo bajo mi cuerpo, al cerrar los ojos imaginaba la piel de ella, el olor, las curvas que solo una mujer sabe encontrar. Ahora que lo pienso, pobre hombre, pobres hombres que han pasado por mi cama, convencidos que eran ellos los que estaban dentro de mí.

Ahora el sol entibia mis párpados mientras sigo recorriendo tu cuarto, tantas noches temblando junto a ti...recuerdo tu risa el día que decidiste marcharte a conocer mundo. Cada año me enviáste una fotografía, sin palabras, una imagen que yo y sólo yo podría descifrar.


Hoy ,20 fotografías después, estamos otra vez en una terraza con otros hombres que por ahora son los nuestros, ellos hablan, nosotras callamos...callo mirando tus ojos, ahora con pequeñas arrugas, la comisura de tus labios y tu mano vuelve a acercarse a tu boca...no me gustan las mujeres, sólo me gustas tú.

.- “¿Me acompañas al baño?”- . Solicitas insinuante, con una leve sonrisa...yo también sonrío y guardo silencio, el sol roza un mechón que escapó de tu pañuelo e imagino arrancar poco a poco todo su envoltorio, bajo mi silencio tu sonrisa se borra poco a poco, mientras nuestros acompañantes nos ignoran. .- No-. Termino por decir .-Ya estoy un poco vieja para baños públicos...si quieres ir al baño, podemos ir a mi casa-.

Puedo acariciarte con la lentitud que mereces, ya no soy brusca, mi niña, quiero descubrirte lento y llegar donde nunca he llegado, porque tú untaste mis muslos hace veinte años. Pero yo no he llegado a acariciar los tuyos. Y bajo lento sujetando tus manos…sí, tu piel es tan suave como yo la imaginé. Te encuentro y mi lengua te saborea, reconoce que este placer nunca lo sentimos. Tus piernas tiemblan y gimes, levantas tu pelvis y yo dejo entrar dos de mis dedos. Gritas mi nombre, una y otra vez…dime amor, ¿Es un hombre lo que necesitas?. Niña mía, puedo hablarte de frente, gritar tu nombre mientras te escudriño con mi lengua...estamos más viejas, si,  “maduras”. Ni tu piel ni la mía son las mismas; pero no te tapes, quiero verte...estamos hablando...se que te iras mañana y que tal ves solo reciba tu fotografía anual...no, no es un reproche, pero niña, ya era hora que sacaras a la luz el secreto de esa fotografía que hace tanto sacamos...se que son mis manos las que te hacen temblar y no el frió y es hora de disfrutar de este placer. Bajo el olor del incienso y esa fotografía añeja.